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martes, 13 de abril de 2021

Tiempos Distópicos

Justo una semana antes de la revolución del octubre rojo chileno, fue la última vez que pise suelo de la capital de Chile. Participaba de un taller inicial, en el centro de Santiago, donde confluimos organizaciones diversas de todo el país que trabajamos con proyectos a través de fundaciones de alcance internacional y que compartimos la urgente necesidad de estar atentos para organizarnos desde lo local y defendernos, obligados muchas veces, por una voracidad desmedida, desbocada, de la inversión versus biodiversidad o naturaleza. Tan vertiginoso que, de no reaccionar en el escaso momento para enmendarlo, se convierte en una aplanadora, destruyendo todo a su paso, desde la calidad y formas de vida locales, apreciadas y existentes desde la ruralidad e interconexión cultural con el territorio de manera multidimensional. Obviamente, converger en el fundamento esencial de la preservación como un factor clave en planificación y ordenamiento que contribuya a minimizar y/o mitigar impactos negativos, se transforma en una acción que obliga a articularnos e integrar visiones. Desde el territorio, es una prioridad urgente.

Una semana después, un 18 de octubre de 2019, todo cambió. Como una olla a presión que hizo ebullición por décadas, simplemente, explosionó y, como una caja de pandora en expansión, la Distopía se hizo presente en nuestras vidas. Y, desde un surrealismo político agotador que nos deja perplejos continuamente, con un discurso infantil, triste y vacilante, se han perdido instancias históricas de poder construir sociedad, en vez de mutilar su tejido social. Una oportunidad perdida para poder reconocer a  verdaderos líderes. Lamentable.

Navegando en el caos rumbo a lo imposible, imbuidos en el sueño legítimo de un país más justo y equitativo, en el que resuenan exigencias de derechos elementales y donde las nuevas generaciones tienen un rol importante, pero también, de gran responsabilidad. Después del hastío generalizado hacia cúpulas de poder enquistadas en donde la corrupción es parte de la gestión. En donde la oposición política de representación ciudadana es cooptada, o no existe. Una suerte de aristocracia política asentada en un imaginario arcaico, de orígenes dudosos, fuera de tiempo y contexto. Crisis hoy es transversal. Religiones, iglesias, política, fuerzas de orden, empresariado, devastación de la naturaleza y bienes fiscales, fondos de pensiones miserables, mutilaciones con financiamiento del estado, amedrentamientos, demandas, muertes y un largo etcétera. Y, como si fuera poco, aparece, de pronto, una pandemia que todo lo agrava y afecta.

Desde esa perspectiva, Chile desde octubre de 2019, ha experimentado un proceso de cambio inevitable desde su estructura en todo aspecto y, si bien la pandemia del COVID-19 es una situación global, posiciona y convierte al proceso histórico chileno actual en una posibilidad real de poder hacer cambios profundos que permitan una mejor condición de vida para muchos, quedando crudamente evidenciado al ser la ciudadanía con sus ahorros, con un estado lento o ausente, los que han debido ayudar a sortear la crisis.

Como sea, siento existe un antes y después del estallido de octubre y pandemia. Desde la realidad distópica actual de no poder andar a cara descubierta, desde una policía cada vez más lejana, desde el control y el miedo de toques de queda, estados de excepción, distanciamiento social y cuarentenas, de la peligrosidad de un abrazo, de la muerte incesante y presente; desde las inequidades expuestas, sigo pensando que podemos ser mejores y en donde política y ciudadanía deben integrarse para volver a confiar y anular, ojalá, la corrupción ya instalada.

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Rodrigo de la O | Vigilante Costero Maule Itata, ONG, Director| #Opinion -

martes, 21 de abril de 2020

La Crisis Total de una pandémica Humanidad

Cuando oí acerca del Coronavirus, lo primero que pensé fue en la ironía que representa su nombre en nuestro tenso momento actual. En medio de un estallido para algunos y una insurreción social para otros, aparece este virus: simbólico; inocente, si surge espontáneo desde una manifestación natural u orgánica que, de pronto, se convierte en una situación crítica de gran escala, de proporciones, en la más grave pandemia del último siglo; como grito desesperado de un planeta que nos obliga a descifrar su mensaje. Por otro lado, si fuere inducido o provocado, obviamente, pierde toda absolución y habría que escarbar en su trasfondo y oscuros intereses (contexto y tema para otro análisis).
La ironía, odiosa y burlona, posiciona hoy a un virus como un enemigo sorprendente, sorpresivo, conviniendo que el Coronavirus, SARS Cov-2 o Covid-19, obliga a sociedades y naciones del mundo civilizado a trabajar de manera conjunta ante la incertidumbre ocasionada por este irreverente, espontáneo y desconodido enemigo mortal.
Paradojas del mundo civilizado, que un virus sea el que detenga el pulso actual, la rutina, la máquina de las sociedades occidentales de orden capitalista y que, en una suerte de pausa obligada hacia un surrealismo distópico, ha detenido o disminuido la marcha de la oferta y la demanda; esa que todo lo promueve, expone, transa o vende a quien goza del poder de compra (real o plástico, da igual). Una máquina que se pensaba imparable y que una pandemia, un minúsculo e inesperado virus, ha puesto en jaque; afectando economía (precio del petróleo primera vea en negativo en la historia, -US$37), formas de vida y culturas; haciendo trizas el castillo de naipes de una economía que obliga a repensar pétreos modelos o paradigmas; esa ironía bizarra de que un misíl de cientos de miles de dólares lanzado de un avión de millones de esos mismos dólares, y que bombardean comunidades y poblados donde cada persona que allí reside no logra llegar al dolar al día, nos demuestra, trágicamente, lo importante, lo esencial y, finalmente, es ese mismo microscópico bicho el que nos despabila y enseña la fuerza y necesidad del tacto, la magia de un abrazo, la importancia sin igual de un beso sincero cuando no existe, cuando no está, cuando una caricia se convierte, de pronto, en un sueño; un imposible. 

¿Cuándo podré recuperar el abrazo de mi madre, de mis hermanos y mis seres queridos? ¿Quién o qué, al fin del día, es el responsable de esta pandemia? ¿Será el planeta usufructuado; seremos otros?

Si abrimos el espectro en nuestro universo local, si retiramos la cortina, disipamos esa espesa niebla, ese hedor que supura desde la corrupción y el miedo utilizado para manipular masas imposibles de reaccionar, esclavos del consumo, del crédito, de la deuda y el interés de mercado, aquellos usados como mecanismos o herramientas de control social en una gobernabilidad subordinada, inestable, dubitativa; vergonzosa, indolente; de gran poder de improvisación, irritante en ocasiones, mentirosa dicen en otras, donde su esfuerzo se concentra en poder guiar un barco feble con una desaprobación de números, según expertos, irreversibles, quedando en la legendaria odisea de amagar la tormenta y tratar de navegar los dos próximos años, que se sospechan larguísimos, que aún le quedan al actual gobierno. Todo un desafío con el lamentable, triste e indeseado, desempeño actual. Coronavirus; un salvavidas.
La Teoría del Caos hoy aplica con urgencia. Debemos reaccionar después de analizar en donde estamos para levantarnos y aprender a continuar. No queda tiempo, ni margen para más errores. Por orgullo, dignidad y respeto al futuro de la tierra, de nuestro hogar; por nuestro legado y aspirar encontrar el camino para comprender de que manera sociedad y naturaleza convivirán respetuosa y complementariamente en el futuro; sobre que soporte regirán nuestras ciudades las siguientes generaciones.

¿Por qué no nos preocupa y no es una prioridad, a pesar de todo? ¿A qué se debe la incapacidad de un verdadero, necesario y urgente Pacto Verde o EcoSocial? ¿Se entiende la gravedad del colapso y/o la necesidad de repensarnos como sociedades?

Si comparamos la crisis, insurrección o estallido social en su contexto, y podemos extrapolarlo a otras épocas podríamos convenir que nuestra situación actual merece atención desde múltiples dimensiones, lo que nos permitiría (espero) viabilizar soluciones tendientes a protegernos, ayudarnos y evitar disgregarnos como sociedad en esta suerte de atomización dirigida para debillitar la participación e incidencia social y, desde la desconexión o inexistencia de vínculos, familiares, de amistades u otros, se va generando una apatía, desde el individuo, que se excacerba en el plano personal físico-psocológico a través la comunicación virtual. La adaptación, ipso facto, no ha sido, ni será fácil. 
En 1973, la crisis socio política chilena, derivó en una dictadura implacable que, hasta el día de hoy, divide a nuestra sociedad y que, hace casi 47 años, usó poder militar con influencia civil y extranjera, para hacerse, a través de las armas, del control del estado. Una revolución desde arriba, con el poder bélico público y de la economía; con una iglesia protagonista, y en cierto modo en ese contexto, respetada. Con financiamiento externo en una maraña ya conocida. Todo lo contrario de lo desarrollado desde el 18 de octubre de 2019, donde lo que surge es una revuelta, que ya llevaba un par de años estableciéndose y que politica "no vió venir"; y, una insurrección desde abajo, fuera de un espectro político, hoy, totalmente diluido y desdibujado, fuera de tiempo, incluso, corrupto y deslegitimado por la distancia, de esta suerte de casta o aristocracia política, de este olimpo del intelecto, siempre, subordinado al poder económico imperante desde un estado central que se arrodilla y dispone todo al capital; y, es desde ahí, donde se discuten y se redactan las leyes entre los incumbentes, donde nace la cleptocracia; desde una constitución obsoleta, hoy más que nunca. Además, con una iglesia transversalmente golpeada, humillada y ausente. 
Entre 1918 y 1920 surgió una pandemia ("Gripe española") que mató millones de personas. Hoy, cien años después, surge una nueva pandemia que pone en jaque sistemas de prevención de salud, en donde la displicencia de algunos países, sus autoridades y ciudadanos, lo han convertido en una real catástrofe que impacta directamente la economía mundial y desafía a los mejores (como el "nuestro") sistemas médicos públicos del mundo. Con un cantinfleo digno de análisis por parte de los profesionales de la política nacional. 
No obstante, en este vertiginoso, distópico y bizarro año 2020, es preciso ir más allá y salirse del cuadro inmediato, del tiempo más cercano. Porque si hablamos de crisis, ante todo, ésta comienza y termina siendo una crisis total de empatía, de generosidad; y de humanidad. 
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lunes, 28 de octubre de 2019

Del oasis de unos pocos al infierno de todos


por Benjamin Pérez Krumenacker #opinion #tribuna
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"Antes despellejado que Muerto" parecía ser el grito esencial de una raza que estaba dormida en la tibieza del té Lypton, o la deshidratante felicidad de Coca Cola. Una explosión múltiple, un estallido en cadena, que devela dolorosamente las aristas de una sociedad domesticada, primero con la fuerza del fusil, y luego con la exasperante cháchara de toda la clase política que sólo se dedicó a profundizar el modelo instaurado por Pinochet, subastando nuestro país al mejor postor.
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Fragmentados, disociados, enfermos, fuimos acumulando mierda, hasta que surgió el símbolo definitivo de nuestra cultura destrozada: un empresario despiadado, dirigiendo un país de gente explotada y manipulada, de artistas marginados, intelectuales aburguesados, y de nuevas generaciones sin referente local, porque se acabaron hace rato, pero sin miedo, porque todo el miedo lo absorbió la generación de sus padres y madres.
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Quién hubiera pensado que en este oasis de estabilidad y progreso para el gobierno el pueblo tenía una carta bajo la manga. Como si el ADN mapuche se hubiera infiltrado en toda nuestra sociedad, recordándonos que esta tierra es nuestra.
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Al igual que Neo, en Matrix, hemos despertado en el infierno del progreso, pero a la chilena. Con funcionarios públicos corruptos que nadan en la desidia, grandes casas comerciales y farmacéuticas que lucran con el vacío de identidad y el miedo inyectable, con el cansancio crónico y el hastío, ante una vida que va muy rápido a ninguna parte.
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Unos por las buenas y otros por las malas, cantando o a botellazos. Fragmentos diversos y extraños entre sí que se conjugaron al son de un gobierno soberbio y sin empatía, dedicado 24/7, con demasiado entusiasmo, a tomar las peores decisiones posibles; a dar los discursos más vacíos y absurdos de la historia, mientras el resto de nosotros nos contentábamos con hacer memes, desviando sin querer la atención, transformando a Piñera en Condorito.
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Pero la provinciana inocencia y el alcoholismo compensatorio no fueron suficientes para aplacar por más tiempo la desazón. Ya era demasiado el abuso y la indolencia, la inequidad del sistema y la soberbia de la clase dominante. Los chilenos despertamos en el infierno que nos habían preparado y ornamentado perversamente, con suculentas tarjetas de crédito y seguros hasta para los calcetines.
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Despertamos de los saqueos a nuestros recursos naturales, orquestados por las grandes corporaciones y sus socios: los políticos. Saqueos a la tercera edad más vulnerable. Saqueos a los estudiantes, los profesores, las mujeres, los obreros, y una larga lista donde cabemos el 90% de los chilenos.
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¿Será que el metro, en su calidad de banda transportadora de obreros obedientes, surgió como el símbolo definitivo de ese abuso?
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Era el sistema perfecto: “Te damos un trabajo por el que te pagamos muy poco, y al mismo tiempo te vendemos una sarta de mierdas innecesarias para suplir el vacío de identidad que nosotros mismos sostenemos, a punta de publicidad, y medios de comunicación manipulados, de casa comerciales, copete, drogas y un largo etc . Y si te quedas corto, que es básicamente la idea, te ofrecemos generosamente los grilletes definitivos, el endeudamiento”.
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Afortunadamente, los chilenos todavía guardábamos alguna relación con nuestra naturaleza humana más ancestral, y como ocurre con todo sistema vivo no sustentable, el oasis de Piñera se transformó en el infierno de todos. Cayó el velo que nos tapaba la vista, no permitiéndonos ver que este supuesto progreso no era más que una máquina moledora de cuerpos.
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Ahora los cuerpos despiertan y la luz es dolorosa, nos quema con su verdad incómoda, nos hace gritar y bailar, pelearnos entre nosotros, destruir las cosas que odiamos en silencio por tanto tiempo, rebelarnos ante un sistema que nunca se ha interesado en conocernos y mucho menos en protegernos.
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Las instituciones y la clase política quedaron obsoletos ante estos desafíos, y somos nosotros, las personas que sienten, las familias, los amigos, los barrios, las comunidades, los que tendremos que hacer el largo camino que hay por delante. Si no hay grandes líderes sociales será por algo. Quizás, estamos todos y cada uno de nosotros llamados a ser líderes de nuestros sentimientos y nuestra voluntad, a encontrarnos con esas preguntas que nos hieren desde adentro e intentar responderlas cada día un poco, con creatividad y con amor. En la búsqueda honesta, pacífica y comprometida , de nuestro sentido como seres humanos en esta compleja realidad.

sábado, 25 de noviembre de 2017

Ciudadanía, políticas publicas y territorio.

Como organización hemos estado desde hace años aprendiendo, compartiendo, colaborando y construyendo comunidad. Con distintos grupos, organizaciones, colegios y compañeros/as que comparten la visión, y necesidad, de generar las estrategias que permitan sostener los ecosistemas para las generaciones próximas y donde el territorio sea un instrumento en donde todos pueden y deben participar. Aún es tiempo y siempre valdrá la pena intentarlo si la proyección incluye a sus habitantes como validación real de las políticas públicas.
Lo peor que puede ocurrir a un grupo social determinado es la anulación de su voz, de su opinión y limitarse, casi por instinto y apatía, a ser un mero combustible de la democracia a traves del voto auto excluyéndose de la actividad política. Sin política, habría caos y, como sea, es lo que mejor ha resultado. No obstante, la intermediación respecto del desarrollo social debe incluir de manera vinculante a representantes de la sociedad civil para evitar, de verdad, en serio, la imposición de modelos de negocio privados que terminan afectando las formas de vida locales sin responsabilidad alguna por sus consecuencias.
Las grandes naciones también se construyen desde la ruralidad, desde las regiones y, precisamente, la diversidad de Chile a nivel país nos pone a prueba, hoy más que nunca, si convenimos que el calentamiento global es inobjetable, va en alza, es un peligro y nosotros tenemos parte en ello.
Hoy, después de casi 9 años de trabajo como organización ambiental local, seguimos atentos y aprendiendo, día a día, de la importancia de seguir potenciándonos, colaborando, compartiendo y aprendiendo unos de otros. Muchos se han ido sumando en este camino en donde la organización y movimiento ciudadano son esenciales para fortalecer una democracia herida y violada por los elegidos (y también tenemos parte en eso).
Es tiempo que ciudadanía deje de ser solo un espectador y sea un protagonista que exija espacios de participación en donde podamos equilibrar balanzas de poder que permitan defender nuestras propias visiones respetando aspectos locales, culturales, étnicos o ancestrales; como así también, permitir establecer de manera transversal lineamientos para una planificación que ponga en valor las virtudes de cada zona, región o territorio, evitando, en lo posible, su degradación o impacto. 
Rodrigo de la O
Director Vigilante Costero ONG. | vigilantecostero@gmail.com

viernes, 16 de junio de 2017

La Ruta de los Incendios: Planes y propuestas retrógradas

Fuente: FIMA
Los incendios tienen larga data en Chile. Entre 1870 y 1910, los colonos europeos, replicando las prácticas del viejo continente, arrasaron los bosques nativos entre Talca y Concepción y los del valle central entre el río Malleco y el Bío Bío, con incendios intencionales para ‘limpiar’ el territorio y así poder practicar la agricultura y la ganadería. Consecuencia de estas prácticas, provincias enteras, como la de Malleco, quedaron erosionadas. Años más tarde, Pablo Neruda, conmovido por la transformación de su tierra natal, escribió la Oda a la Erosión de la Provincia de Malleco: “Volví a mi tierra verde y ya no estaba, ya no estaba la tierra, se había ido. Con el agua hacia el mar se había marchado (…). Rozó con fuego el alto nivel de los mañíos, el baluarte del roble, la ciudad del raulí, la rumorosa colmena de los ulmos, y ahora desde las raíces quemadas, se va la tierra, nada la defiende, bruscos socavones, heridas que ya nada ni nadie puede borrar del suelo: asesinada fue la tierra mía, quemada fue la copa, originaria (…)”.
Ciertamente, si no fuera por la capacidad de regeneración natural de la vegetación de nuestros bosques, nuestro país tendría un paisaje completamente desolador. Muchas especies nativas arbóreas, arbustivas, trepadoras y herbáceas son capaces de rebrotar desde las raíces después de los incendios, mientras las semillas de otras especies pueden encontrar un suelo con humedad, sombra y nutrientes alrededor de los troncos y ramas que han caído. Los troncos de los árboles quemados que permanecen en pie, y los restos que quedan dispersos en el suelo, además de otorgar sombra y protección del viento y la desecación a las plantas que se regeneran, sustentan la compleja vida del suelo que permite el reciclaje de nutrientes, protegen el suelo de la erosión, retienen humedad, proveen de hábitat, refugio y alimento a aves, anfibios, reptiles, insectos y pequeños mamíferos del bosque. 
A pesar de la importancia que representan los restos de material leñoso para la regeneración de la vegetación después de los incendios, una práctica común en Chile y en el mundo es cosechar este material para usarlo como leña. Sin embargo, crecientes investigaciones han documentado las consecuencias ecológicas y ecosistémicas de esta práctica, entre los que se cuentan la erosión del suelo, la alteración del ciclo hidrológico y el ciclo de nutrientes, la pérdida de hábitat para fauna y la colonización de especies exóticas invasoras. No obstante los antecedentes científicos disponibles, el año 2015 CONAF abrió una licitación para remover el material leñoso en el área incendiada el año 2002 en la Reserva Nacional Malleco de una superficie de más de 780 hectáreas, sin considerar la abundante colonización de especies invasoras en sectores previamente licitados en la Reserva (Salinas & Armesto, datos no publicados). A raíz de esa licitación, se cuestionó a CONAF el incentivo perverso que representaba esa licitación a incendios deliberados que podrían ser replicados en otras áreas protegidas del país, y el desincentivo a las medidas de control de incendios accidentales en las mismas. No hubo postulantes a esta licitación y se declaró desierta.
A mediados de Enero del 2017 se desataron en Chile central los incendios más grandes de su historia. Las cifras oficiales de CONAF registran entre Valparaíso y Bío Bío una superficie incendiada de 594.783 hectáreas, de las cuales un 57,2% correspondería a plantaciones forestales, un 21,8% a matorrales, 18,3% a bosques nativos, 2,5 a suelos con uso agrícola y 0,2% a suelos con uso industrial o ciudades. La simultaneidad de 120 incendios activos al 26 de enero, facilitó la propagación a gran velocidad e intensidad, alcanzando una extensión, que lo transformó en un incendio de sexta generación, la más alta definida en la escala de la Unión Europea, y nunca antes registrada en el mundo.
Sin embargo, las advertencias respecto a las características de los incendios venideros habían sido previstas. El 3 de enero 2017 Michel De L’Herbe adelantó en la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, que la temporada de incendios 2017 sería altamente destructiva, que afectaría a las comunidades rodeadas por plantaciones forestales, señaló la insuficiencia del equipamiento de CONAF para controlar los incendios y la importancia de contar con ayuda internacional en caso de emergencias. A esta instancia se excusaron de asistir el Ministro de Agricultura, Carlos Furche, el Director Ejecutivo de CONAF, Aarón Caviares, el Director de la ONEMI, Ricardo Toro y el Presidente de la Junta Nacional de Bomberos, Miguel Reyes.
De acuerdo a la información proporcionada por la ONEMI, ya desde el 17 de Enero 2017 la tasa de superficie afectada por incendios comenzó su ascenso. El 18 de Enero la ONEMI declaró alerta roja en un total de 14 comunas entre las regiones de Valparaíso y el Maule, que ascienden a 16 comunas y la provincia de Colchagua al 19 de enero. El 20 de Enero, la región de O’Higgins y 17 comunas entre la región de Valparaíso y el Maule son decretadas con Alerta Roja. Recién el 21 de Enero se decreta Estado de Excepción Constitucional, Estado de Catástrofe y Zona de Catástrofe para las provincias de Colchagua y Cardenal Caro en O’Higgins y las comunas de Vichuquén y Cauquenes en Maule.
Actualmente, el Ministerio Público lleva a cabo un proceso de investigación, donde se ha considerado la responsabilidad penal de funcionarios de la Compañía General de Electricidad de la Sexta Región por no cumplir con el mantenimiento y limpieza de las servidumbres de paso y las franjas cortafuego que deben existir en los tramos con tendido eléctrico. Así mismo, la Cámara de Diputados creó una Comisión Investigadora de incendios, donde se evalúa el rol de CONAF, la Intendencia y los Consejeros Regionales en la prevención de los incendios y en evitar su propagación mediante cortafuegos. Mientras tanto, la ONG Red por la Defensa de los Territorios señala que es fundamental investigar la correlación entre las plantaciones infectadas por Sirex Noctilio, avispa taladora de pino, detectada en Chile desde el 2001 que seca los bosques y se expande muy rápidamente y la intencionalidad de los incendios forestales con el fin de sanitizar el suelo de manera económica. Antes de los incendios, este insecto afectaba decenas de predios forestales desde la región de Valparaíso hasta la Araucanía, que estaban con orden de raleo o tala. De acuerdo a la Ley 20.326, las pérdidas de la forestación frente a un siniestro climático o de un incendio serían subsidiadas por CONAF. Además, el Ministerio Público y la PDI en el mes de Febrero realizaron incautaciones, tanto en CONAF como en ONEMI, para revisar los contratos de prestación de servicios en combate de incendios con las empresas españolas acusadas de sobornos, tráfico de influencias y cohecho internacional en España. A lo anterior se suma que el 29 de Enero la Presidenta Michelle Bachelet informó de 43 personas detenidas por su eventual responsabilidad en 38 incendios forestales, con 27 formalizados en distintas Fiscalías.
A raíz de los incendios, numerosos académicos e investigadores reflexionaron de manera pública respecto a la oportunidad generada por este catastrófico escenario, de replantear el modelo forestal imperante en el país, indicando la importancia del diseño de paisajes heterogéneos y diversificados; resilientes frente al cambio climático global, la situación de escasez hídrica a la que están sujetas las comunidades aledañas a las plantaciones forestales, como a los mismos incendios forestales. Sólo el Ministerio del Medio Ambiente acusó recibo de la desusada participación de la comunidad científica en el debate y constituyó el Comité Nacional de Restauración Ecológica, al cual, en la reunión realizada en marzo, se sumaron representantes del mundo privado, como el presidente de la CORMA y delegados de CMPC y Arauco.
Mientras tanto, con una velocidad asombrosa, el Ministerio de Agricultura, a través del Consejo de Política Forestal, presentó en marzo 2017 una Propuesta de Restauración Ecológica y Recuperación del Patrimonio Forestal Productivo, en la que se indica como acción prioritaria la ‘limpieza’ de los sitios incendiados, indicando apoyo técnico y económico para la remoción del material leñoso “de tal forma que se minimice el impacto en los suelos” con el fin de ser utilizado como leña. El documento continúa, diciendo que “el aprovechamiento de maderas debe realizarse lo antes posible a fin de evitar un mayor deterioro de las mismas”. Además, los Ministerios de Agricultura, Economía, Fomento y Turismo, Hacienda y Medio Ambiente, presentaron en el mismo mes, un Plan de Acción para la Recuperación de Patrimonio Natural y Productivo afectado por los incendios de 2017, sin distinguir propietarios de bosques nativos y plantaciones, donde “se fomentará la corta y limpieza de los sitios afectados por los incendios.”
Tanto el informe de la OCDE 2016, como el Informe País 2016, y el Informe del Estado del Medio Ambiente, reconocen la contaminación atmosférica como el principal riesgo para la salud de la población y calidad de vida. En las principales ciudades del sur de Chile, entre abril y agosto principalmente, la principal razón de los altos niveles de superación frecuente de los valores límites de las normas diarias de material particulado es el consumo de leña para calefacción domiciliaria. Por esta razón, el MMA ha declarado numerosas comunas del sur como zonas saturadas por material particulado respirable y ha establecido Planes de Descontaminación Atmosférica.
A la luz de los hechos, se esperaría que las investigaciones en relación a las causas de los incendios forestales recientes y la claridad respecto a las responsabilidades llegaran a fin antes de eliminar posibles evidencias mediante, por ejemplo, la remoción del material leñoso de los sectores quemados. Deseable sería, además, después de la catástrofe, contar con una planificación territorial en el que la infraestructura ecológica fuera considerada para diseñar paisajes sostenibles y resilientes. Nuestras autoridades, sin embargo, como las del siglo XIX, incentivan y financian la práctica de la ‘limpieza’ de los territorios, en desmedro de la erosión de los suelos y fomentan la calefacción con leña en las ciudades saturadas en el sur de Chile.

lunes, 13 de abril de 2015

SOCIEDAD EN MOVIMIENTO

En el último tiempo, nuestro país se ha visto afectado por una serie de catástrofes naturales transformándose el calentamiento global, o cambio climático, en una realidad ineludible.
Después del terremoto 8.8 Richter y posterior tsunami del 27 de febrero de 2010, con epicentro frente a la costa de Cobquecura en la octava región del Biobio, se suceden otro terremoto en el norte en abril de 2014; el mega incendio de Valparaíso hace un año y otro reciente en marzo de este año, que nos obliga a repensar poblados y formas de construir el desarrollo que todos quisiéramos como sociedad.
En ese sentido, analizar los incendios forestales que han azotado nuestra zona centro sur, sus causas, orígenes y consecuencias de un modelo económico basado en la extracción de recursos naturales e intervención de ecosistemas, es fundamental. Cientos y miles de hectáreas, no solo de monocultivos o plantaciones de empresas forestales de pinos y eucaliptos; también bosque nativo en las reservas nativas China Muerta y Conguillío en la Araucanía. Como corolario, el desastre que están viviendo miles de compatriotas por aluviones en ciudades nortinas desde el 25 de marzo pasado. Muchas personas murieron y desaparecieron de manera brutal cambiando sus vidas por un frente de tormentas fuera de todo pronóstico. Hoy claman por atención y ayuda para salir del lodo contaminado en un esfuerzo titánico e inimaginable. 
Junto con poner en ridículo sistemas de modernización de organismos estatales de emergencia, preocupan las condiciones de lugares donde existe riesgo por rebalse o colapso de tranques (activos e inactivos) de relave de minería. Lugares donde acumulan sus desechos y que pudieran haber sido diseminados producto de la gigantesca, e inusual, lluvia ocurrida. Es una obligación moral, pero, tristemente la realidad es que es difícil que se hagan cargo si es inexistente una contraparte que lo haga notar. No obstante, no hay que dejar de mencionarlo para que no se olvide.
Poco a poco, se observa en proceso un movimiento de organización social que, sumado a un hastío generalizado frente a una política desleal y elitista, exige espacios proponiendo (en serio) cambios profundos que obliguen a incorporar a la comunidad en los procesos. Esto debe asumirse desde la base por lo que implica un compromiso total de todos los actores para lograrlo. Buscar mecanismos de participación proporcional fuera de partidos también se hace necesario y es un gran desafío para recuperar confianzas de una clase política que acusa el golpe de manera transversal. La participación de la ciudadanía se convierte en una llave para poder debatir, francamente, respecto del sistema económico actual, su impacto social y ambiental.
La refundación de nuestra democracia es más necesaria que nunca. La actualización de nuestra Constitución es urgente para dar legitimidad a nuestra Republica. Basta de leyes obsoletas fundadas al amparo de la dictadura como el código minero; de aguas; pesca o el famoso forestal. Este último, el 701, lo quieren prorrogar por veinte años más sin considerar factores e indicadores ambientales actuales como el calentamiento global o cambio climático; la grave escasez hidrica que golpea la zona norte y centro sur del país; la contaminación de aguas; la erosión de suelos; incendios, etc. 
La falta de atracción hacia la forma de hacer política, hoy en día, demuestra la urgencia de que los "representados", en su cansancio y hastío frente a procesos excluyentes de los "representantes" extasiados de poder, decidan responsablemente, "representarse" de manera personal o colectiva, para que su voz o voto pueda incidir, ser un aporte en una adecuada fiscalización o consulta ciudadana y establecer vínculos que permitan recoger ideas u opiniones de una comunidad empoderada con la voluntad de incidir en el mejoramiento de su entorno social y en su calidad de vida.
Para los políticos, hoy en día, recuperar la confianza termina siendo el gran objetivo o anhelo, se espera. Y la ciudadanía tiene el mejor escenario para poder aportar, ser protagonista exigiendo espacio y respeto en la toma de decisiones.
Como ciudadanos debemos exigir cumplimiento de derechos y deberes para enfrentar procesos de cambio profundos, potenciando y fortaleciendo dicha participación activa (o proactiva). Es importante que el nicho ganado por la ciudadanía organizada siga creciendo, evolucionando, proponiendo y perfeccionando una sociedad en libertad de forma pacifica donde prime, por sobre todo, el debate de ideas y bienestar mayor de nuestra sociedad. Una ciudadanía informada, de ideas innovadoras que se consolide e incida en el desarrollo económico local, que se abra paso en procesos de desarrollo y participe del ordenamiento de su propio territorio identificando al poder, o autoridad, como un vínculo dinámico positivo para construir con orgullo la propia historia con voluntad y alegría.
DESASTRE POLÍTICO 
Precisamente, la responsabilidad de los políticos en este proceso de disociación entre electores y elegidos pone en evidencia la escasa intención de querer compartir procesos de evolución social de forma equitativa. El poder político se ha perpetuado en una cúpula que termina, inevitablemente, corrompiéndose por la parásita dependencia a los réditos y beneficios políticos ligados a oligopolios en un juego que trabaja de manera perfecta desde los albores de nuestra democracia reciente a la medida de algunos.
Debe haber una instancia, en procesos judiciales o políticos, donde sea la ciudadanía la que represente vía un jurado imparcial, o a través de mecanismos de consulta por votación abierta o plebiscitaria, que reflejen el sentir en temas de interés publico primando la voz de la mayoría; incentivando el llamado a ejercer el poder del voto y opinión respecto de temas de importancia nacional, cuando no exista acuerdo parlamentario o, francamente, la dilación demuestre inmovilidad, inoperancia o corrupción. 
En mi opinión, abstraerse de votar perpetúa el modelo, mantiene status-quo y se eligen, de igual manera, autoridades sin la legitimidad deseada cuando existe baja votación, pero igual es legal (paradojas del sistema). No olvidemos que nuestra hipocresía nos hace olvidar que somos nosotros los que elegimos a nuestra clase política y, nos guste o no (votemos o no!), eso es una realidad y debemos asumir todos la responsabilidad que nos corresponda. Por acción, u omisión, somos actores pasivos que, al no votar, no hacemos nada por incidir o intentar cambiar un modelo o sistema que se critica. Si no participamos nuestra opinión se debilita, nuestra voz se silencia y nuestras ideas se esfuman. Nos invisibilizamos, nos abstraemos y deja, obviamente, de importarnos.

Rodrigo de la O
Director
Vigilante Costero ONG
@rodrigodelao@vigilantecosta
vigilantecostero@gmail.com